Querido lector
Ya queda muy poco, pero aquí y ahora
es el momento de hacer una declaración institucional: no soy escritor, ni escriba, ni escribiente. ¡Qué
más quisiera! Yo me defino como un juntaletras que cuenta historias, a veces divertidas, a veces no.
Probablemente, nunca llegué a ser escritor, al menos uno bueno. No me queda
tiempo suficiente. ¿Qué no sabes de que demonios te estoy hablando? ¡Vale! Te propongo
un trato, cuando termines de leer mi libro, empieza “Sin noticias de Gurb”
escrito por Eduardo Mendoza, y cuando lo termines, charlamos. Solo te digo que va de un extraterrestre
llamado Gurb que llega a nuestro planeta, se hace pasar por Marta Sánchez y se
pierde en Barcelona. Si con esta breve sinopsis no te pica la curiosidad ya te digo que entonces
el extraterrestre eres tú, sin ofender. Yo lo leí hace bastante tiempo, pero el otro día
descubrí que Gurb es un municipio de la provincia de Barcelona. Gurb es a Cataluña lo que
Teruel es a España, de modo que el título tiene un significado doble e irónico.
Hasta en esto es bueno el autor.
Actualmente,
en el género de humor hay escritores españoles muy, muy buenos. Hay están para demostrarlo
Pablo Tusset, R. R. López, Enrique Gallud, Ramón J. Sender, Elvira Lindo, Mamen
Sánchez, Julio Muñoz Gijón, Juan Bas, Abel Amutxategi, Miguel Ángel Buj, Enrique
Jardiel, David Generoso y la siempre enigmática Laura Norton, entre otros. Eduardo Mendoza es uno de los
mejores, y no lo digo por decir. Ahí están la cantidad de trofeos que ha
conseguido. Me lleva de ventaja veinte premios literarios de primer orden y un enorme bigote
blanco. Ni en mis mejores predicciones podría alcanzar al maestro, al menos en
los premios.
Dicen que hay
dos tipos de escritores: los de brújula y los de cartas de navegación. Yo, por
no tener, no tengo ni barco. Así que, me guio por el viento que sopla dentro de
mi cabeza y me dirige hacia los mundos imaginarios que habitan dentro de mi loca abstracción. Me acabo de dar cuenta que si esto lo digo en la Edad Media me habrían metido astillas debajo de las uñas y después me habrían quemado en la hoguera. Menos mal que no estamos en la Edad Media.
Y es que, para ser un escritor, lo que hay que hacer es escribir, escribir y escribir; y leer, leer, y leer. Yo soy primerizo y aunque he leído mucho no he terminado ni la primera estantería de la Biblioteca Nacional. Me queda mucho por leer y por escribir. Por otra parte, algunas personas aseguran que para ser un escritor hay que nacer con un don. En mi caso, no fue así. Haciendo referencia a un antiguo refrán, en mi casa como no había "din" me quede sin Don. Bromas aparte, os juro que no poseo ninguna gracia divina que me convierta en un escritor consagrado, ese poder solo recae en el cura que toma el vino y la hostia de la eucaristía. Lo que si tengo es una gran imaginación. Es cerrar los ojos y ver un elefante rosa en el pasillo tomando un helado de pimientos fritos o una grulla con traje de faralaes impartiendo la misa del gallo en plena sesión del congreso de los diputados. No tengo límites, ni para la imaginación ni para comer chocolate. Te lo juro por los curas y las monjas de la Costa Brava.
Hasta la próxima entrada y, no te
cortes en los comentarios que, yo tampoco lo haré en mis respuestas.
Bss.
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